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El Zorro y la Lombriz.

Caminaba el zorro por el monte con ganas de hacer una travesura. Aburrido andaba el zorro y caminaba de allá para acá. No se encontraba con ningún otro animal, por eso no tenía con quien divertirse. Hasta que de repente aparece la pequeña lombriz. Al verla arrastrarse por la tierra, el zorro se burló de ella, sonriendo y diciéndose: “qué lenta es la lombriz, se demora un día en andar cuatro de mis pasos”. Entonces el zorro, para salir del aburrimiento y reírse un rato, le dijo a la lombriz:

— ¡Marri, marri, comadre lombriz, veo que va apuradita!

— ¡Marri, marri, compadre zorro, ¿kümelekaymí? ¿Cómo está usted?

— Estoy bien, comadrita, pero ando con ganas de hacer algo entretenido. ¿Qué le parece si echamos una carrera? Puede ser desde aquí hasta dónde está ese arrayán. La lombriz se dio cuenta que el zorro sólo se quería burlar de ella, por eso le dijo:

— Claro, compadre, pero primero tengo que hacer un trámite en mi casa y vuelvo altiro.

— Vaya no más, comadre, aquí la espero

— contestó el zorro. Entonces la lombriz bajó al gusanero y habló con sus hermanas. Juntas se pusieron de acuerdo en darle una lección al zorro. Luego la lombriz salió y le dijo:

— Listo, compadre, ahora podemos echar la carrera. El zorro, que estaba un poco soñoliento, se estiró y dijo:

— Estoy listo, comadrita, pero como soy un caballero amable dejaré que usted parta primero.

— Gracias, compadre, usted sí que es buena gente-dijo la lombriz. La lombriz se empezó a arrastrar lentamente, mientras el zorro se reía de ella echado sobre su cola. Pero apenas alcanzó a dar un par de risotadas cuando escuchó los gritos de la lombriz al lado del arrayán: — ¡Gané, le gané al compadre zorro, le gané la gran carrera, ja, ja, ja!

Los demás animales del bosque que estaban reunidos bajo el arrayán, felicitaban a la pequeña lombriz. El zorro, sorprendido y enojado, llegó de un salto y preguntó:

— Pero, ¿cómo es posible que este gusano me haya ganado?

— Ya lo ve, compadre —dijo la lombriz— no siempre puede ganar usted.

El zorro se fue a su guarida con la cola entre las piernas, escuchando las burlas de los demás animales. La lombriz, mientras tanto, celebraba la victoria bajo la tierra; su plan había dado resultado. Al lado del arrayán había otra gusanera y de allí había salido una de sus primas, igual a ella, para ganar la carrera. Y de este modo el zorro perdió frente a la astucia y la unión de las pequeñas lombrices.




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